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Anónimo, un restaurante con un gran nombre propio detrás

Los amantes de la buena cocina saben que la colonia Condesa es uno de los lugares con mayor oferta gastronómica de la CDMX (no el único, pero sí uno de los más reconocidos); por eso, no es de extrañarse que el chef Klaus Mayr haya establecido su proyecto en la esquina de Atlixco y Michoacán… un restaurante que lleva (paradójicamente) como nombre: Anónimo.

El concepto de Mayr fusiona la cocina italiana con toques internacionales contemporáneos y una técnica envidiable (producto de su paso y experiencia en restaurantes icónicos, como The French Laundry y El Celler de Can Roca), que consienten a los comensales desde el primer bocado.

Si algo tiene claro el chef es que quiere que cada platillo refleje su pasión por los ingredientes frescos y la innovación, tanto en la ejecución, como en las combinaciones de sabores, capaces de sorprender a los paladares más exigentes.

El corazón al plato

Anónimo es hijo de la pandemia y, a lo largo de estos años, se ha consagrado como un espacio de culto para quienes buscan propuestas con corazón italiano, pero con toques modernos. Dentro del menú podemos encontrar platos imperdibles como el capelleti funghi, relleno de hongo porcini y ricota en una salsa de malanga, poro frito y mastuerzos; el papardelle de limón, preparado en emulsión de mantequilla, limón, menta, zucchini y queso parmesano; kampachi curado en leche de tigre de chile manzano amarillo, mango, aguacate y chicharrón de pescado; carnes añejadas o una pizza preparada con crema fresca, tocino, cebolla caramelizada, tomillo, mozzarella y miel de abeja. Los postres no se quedan atrás, y el calfrutis de frambuesa puede volver dulce hasta la experiencia más amarga.

 

 

Dos experiencias en uno

En cuanto a las bebidas, Anónimo cuenta con una barra completa de coctelería clásica y de autor con una propuesta de sabores propios que logran independizar la barra del restaurante. Eso significa que los visitantes pueden vivir dos experiencias en un mismo espacio; por un lado, ir a “echar el drink”, acompañado de algunas entradas, centrando la atención en las bebidas y el ambiente; y por otro, vivir la experiencia completa del servicio, barra y cocina, dispuesta para hacer de la comida o cena un momento memorable.

Aunque su etiqueta diga lo contrario, Anónimo ya se hizo de un nombre propio en la escena culinaria de la ciudad.